Lo se, cariño. Se que esto no me va a doler más que a ti, así son los sentimientos de traidores. Hoy eres el hombre de mi vida; mañana, Dios sabrá. He llegado al límite. Mi corazón me dice que no late por ti, no quiere seguir amándote. ¿Y qué pude hacer yo? Es verdad... no luché contra su voluntad lo suficiente y al final, me obligó a no quererte.
Son tantos años juntos, cielo, que no quisiera recordar en toda mi vida. Te digo que no soy feliz. ¿Acostumbrarme a estar sin ti? es imposible. Me entrego a mis impulsos cuando nuestras lenguas juegan a darse caricias. Soy adicta a tus besos.
No tengo la culpa si apenas entiendes estas letras escrita en este trozo de papel medio mojado. Las lágrimas hacen que vea borroso, ¿No me dejaran seguir escribiendo lo que tengo que decirte?. Algún río de tinta seguramente encuentres. Puede hasta que entremezcle en estas palabras algo que jamás quise yo decir.
¡Espera amor mio! Me di cuenta tarde y estás desperdiciando tus lágrimas leyendo estas malditas lineas. Deja un momento el orgullo a un lado, no sé porqué estás enfadado. Pero por favor, hazme caso. Con tu dedo índice recoge suavemente esas gotitas que fluyen por tu suave mejilla y pósala en cada "no" que encuentres en esta carta. Leerás, sin duda mi vida, el verdadero mensaje que esconde este laberinto de tinta.
No te quiero, Salomé.
Son tantos años juntos, cielo, que no quisiera recordar en toda mi vida. Te digo que no soy feliz. ¿Acostumbrarme a estar sin ti? es imposible. Me entrego a mis impulsos cuando nuestras lenguas juegan a darse caricias. Soy adicta a tus besos.
No tengo la culpa si apenas entiendes estas letras escrita en este trozo de papel medio mojado. Las lágrimas hacen que vea borroso, ¿No me dejaran seguir escribiendo lo que tengo que decirte?. Algún río de tinta seguramente encuentres. Puede hasta que entremezcle en estas palabras algo que jamás quise yo decir.
¡Espera amor mio! Me di cuenta tarde y estás desperdiciando tus lágrimas leyendo estas malditas lineas. Deja un momento el orgullo a un lado, no sé porqué estás enfadado. Pero por favor, hazme caso. Con tu dedo índice recoge suavemente esas gotitas que fluyen por tu suave mejilla y pósala en cada "no" que encuentres en esta carta. Leerás, sin duda mi vida, el verdadero mensaje que esconde este laberinto de tinta.
No te quiero, Salomé.