Es inconfundible. Suenan las dos primeras notas y la reconozco al momento, no por escucharla a diario, si no porque los pelos de todo mi cuerpo se ponen de punta instantáneamente. Creo que mi alma se siente identificada con ella y es por eso, que siempre que suena, me transporta a otra dimensión en la cual los sentimientos de Amadeus Mozart y los míos se encuentran y no están solos.
Una obra de arte donde el dolor y la tristeza van de la mano junto con la muerte, eternamente inseparables. Su melodía me acuna suavemente intentando dar consuelo y esas voces de ángeles pretenden facilitarme tranquilidad pero no la hay. Porque todo es oscuro cuando sabes que, tarde o temprano, la vida te cerrará los ojos perpetuamente.