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martes, 12 de marzo de 2019

No y mil veces no

No, no fui fuerte. 
Ni valiente. 
Ni apretaba los dientes siempre que algo me superaba, ni tampoco gritaba con rabia cada vez que quise soltar algún sentimiento de adentro. 
No. 
No y mil veces no a todo lo que mostraba al mundo. 
Débil, vulnerable, frágil, cobarde... y seguiría escribiendo sinónimos para definir que sólo existió pena en mí, esa sonrisa tan enorme fue de pega; fachada. 
Por eso decidí apagar al corazón. 
Al alma la dejé volar muy alto; libre. 
Y a los que no lo entenderían, a ustedes, les pedí perdón.


jueves, 5 de julio de 2018

No quiero

Hay días donde mi alma y mi corazón necesitan explotar. Necesitan grita, bullir. Erupcionar con todo lo que llevan dentro, echar toda esa mierda fuera. E incluso expulsar sentimientos que jamás dirían que están. 

Joder. No quiero. 

No quiero que se salgan con la suya. Imaginar esa vulnerabilidad me mata. Si ocurre, el muro se destrozaría. Se desquebrajaría. Entonces es cuando serían capaces de entrar a reinar en mi fortaleza. Sí, esas personas que me rodean verían idóneo conocer qué hay dentro, y luego jugarían con ello hasta derribarla. ¡No quiero! 

Aguanto, siempre aguanto. Pero dentro, alma y corazón crean una sensación tan nefasta que es imposible vivir. Ansiedad. Pura ansiedad transitando cada parte de mí. No la puedo controlar. Ahí es cuando nacen caudalosos ríos, arrastrando aquello que no soy capaz de soltar por la boca. 

No quiero, joder. 

Pero hoy será uno de esos días donde nunca parará de llover.





miércoles, 29 de noviembre de 2017

No me vengas con palabras

No me vengas con palabras,
 porque todas se las apropia el viento. 
A mí regálame hechos, 
sé de sobra que mi alma 
siempre se quedaran con ellos. 



viernes, 22 de septiembre de 2017

Me prometí...

Me prometí que no más sufrimiento. Se terminó eso de volver a pasarlo mal por amor. Me di cuenta que en mi vida eso jamás existió, que no fui bendecida por ello. Mi camino me tocó caminarlo sola. No me dio miedo. 
A mi corazón le vestí de piedra, dentro de mí solo existió carne y huesos. No tuve alma. La abandoné aunque ella se negó soltarme de la mano. ¿Sabes por qué lo supe? Porque te cruzaste de nuevo, maldita sea, y ella tiró de mí. También, de lo fuerte que bombeó la sangre, se formaron grietas en el traje. Pudiste verme, intenté arreglar el desperdicio pero no hubo manera. 

Es imposible apresar sentimientos por mucho que yo quiera.    




jueves, 9 de marzo de 2017

Hoy necesito decirte cosas al oído.

Hoy necesito decirte cosas al oído, reírnos de nuestras tonterías mientras los demás hablan de sus cosas. De que nadie se percate de nuestras miradas furtivas, ni del motivo verdadero de mis mejillas sonrojadas. Hoy necesito de ti. De tus juegos inocentes que me llenan el alma sin que tú te des cuenta, de tu suave voz que siempre me apacigua. Y es que no sé cómo decirte, amigo, que dentro de mí has creado un mundo maravilloso de emociones que jamás sentí. Sí, has sido tú. Tú tienes la culpa a que vuelva a sonreír, a que vuelva a ver la vida de otra manera y que no solo sean días de tormentas y lluvias, existiendo la primavera. Hoy necesito decirte cosas al oído, cómo por ejemplo que me duermo pensando en cómo contarte esta historia, lo que me pasa contigo, que tienes algo importante de mí que no sabes y ojalá me atreva a decírtelo. 


jueves, 10 de noviembre de 2016

Es como si...

Es como si estuvieras aquí, observándome. Clavando en mí esa mirada en forma de perdón aún sabiendo que jamás lo haré. Hizo daño, mucho daño y entiendes que esté enfadada con el mundo. Esa promesa se rompió como reventada has dejado mi alma. Ya nada dolerá tanto. Sé que es sentir dolor. Por eso no dudé en arrancarme el corazón, imagino porque quería dejar de sufrir. Así sigo mi camino. Sola. Me has dejado sola, amor. No hay día que el viento me traiga tu perfume, ni anochecer que me recuerde al color de tu pelo, ni sueños donde escuche tu voz llamándome. Y así estoy, desorientada, sin saber cómo vivir faltándome tus besos, tus caricias, tus te quiero... tú. Sin saber por qué Dios te ha llamado tan pronto.


lunes, 11 de julio de 2016

De ésta manera hasta el final.

Tú, que miras por la ventana pasar el paisaje mientras cae un par de gotas por tu mejilla como quien ve su vida pasar, no temas. Aquí estaré para protegerte de todos aquellos que intentan hundirte en lo más profundo. Te lo juro. No será fácil ya que nada lo es en este mundo, pero tú me importas demasiado y odio verte triste por esos motivos que rondan por tu mente. De sobra sabes que eres fuerte, sólo tienes que creer en ti. Abandonaremos juntos todo lo malo, pegaremos una patada bien fuerte a esas cosas que intentan dañarte y si lo hacen coseré tus heridas al instante para que cicatricen rápidamente, así volveremos a levantarnos para seguir el camino que siempre deseaste andar. De ésta manera hasta el final. Hasta que cierres los ojos eternamente y pueda decir yo, tu alma, que has vivido plenamente. Consiguiendo ser feliz contigo misma.



miércoles, 29 de junio de 2016

Ya no llegará

Te difuminas como el denso humo de los últimos cigarros que nos fumamos juntos, mezclado de las miles de risas y los ratos de complicidad que se hacían nuestras miradas. Yo, ahora, sólo puedo sentir que las comisuras de mis labios tiran hacia abajo. Y lo que recorre por mis mejillas ya no es ese sudor del que tantas veces me has provocado. Ya no. Son gotas que saben a tristeza, soledad, dolor... Es mi alma, que tanto decías que amabas, rota. 
Sigo con el nudo en la garganta, sabes que desde que te vi nunca se fue, pero éste es diferente y aprieta más. Tenía tanta confianza en ti que me dejé atar creyendo que nunca me harías daño. No fue así. Y aquí estoy de rodillas en la cama mirando al techo, a la nada. Esperando ese abrazo por la espalda, esa caricia en mi pelo, esa mano cogiendo mi mentón para luego girarme y fundirnos en ese beso, eso que ya no llegará. 

Porque de otros 'te quiero' has preferido endulzarte.




domingo, 6 de marzo de 2016

Susurros al oído...

Susurros al oído mientras estaba sentada en esa maldita silla y con una venda puesta, la que él escogió para mí. Endulzaba con buenas palabras mi alma pero no se dio cuenta que ya no me hacía efecto. Dejé de sentir. Porque hubo un tiempo que podía engañarme, sí, pero ya no. El impulso de quitarme la venda que llevaba en los ojos hizo que descubriera la verdad, que nunca estuvo conmigo. Esta ansiada libertad era lo único que tenía enfrente de mí y yo sin saberlo.


viernes, 22 de enero de 2016

Fechas que nunca se olvidan, por desgracia.

Ese día me dirigí al banco por temas de papeleos con Hacienda o algo así. No cogí el camino de siempre, tiré por otras calles para llegar a la sucursal. En una de esas calles me topé con un Renault Megane Classic de color gris igualito al que tuvo mi abuelo. Fue evidente que me vino a la cabeza recuerdos de mi infancia, de cuando él nos recogía del colegio con ese coche o cuando llevábamos a mi madre al trabajo. Hizo casi un mes que no le veía en persona, desde navidades, y ya estaba el pobre muy desmejorado. Era lo lógico. Llevaba unos diez años con Párkinson y la enfermedad, en ese último año, le estaba pasando factura demasiado rápido. Se me ocurrió echarle una foto a ese vehículo para enviársela a mis hermanos por WhatssApp, pero no sé por qué al final no me decidí. No la hice. Y seguí la ruta hacía lo que en ese instante era importante hacer. 
Con mis cascos voy siempre a todos lados y claro, el móvil se me quedó sin batería en mitad del camino de vuelta a casa. Eran la una del medio día cuando llegué. Solté todos los papeles encima de la mesa del salón y hablé con José de lo que pasó en el banco. A parte le conté la anécdota del coche que parece algo insignificante pero, después de casi dos años viviendo en Badajoz, fue la primera vez que vi uno igual que el de mi abuelo. 
Entonces me senté por fin en el sofá, miré un poco el ordenador las cosas del trabajo y de repente sonó el teléfono de casa. 
- Extremedia, dígame.
- Vero... ¡que el abuelo se ha muerto! - Soltó mi hermano David en sollozos.
- ¿Qué? ¿Nooo? ¡No puede ser! ¡No me lo creo! ¡NOOO! ¿Quién eres, David? ¿Quién ereees? ¡No me lo creo! 
No podéis imaginar el dolor, la rabia, la confusión... que pude sentir en cuanto mi hermano dijo esas malditas palabras. Un cacao mental imposible de controlar. No recuerdo muy bien qué más hablamos, sólo que empecé a llorar con él por el teléfono mientras José me cogía de la cintura al ver cómo me puse en ese momento. Cuando colgué el fijo, me dirigí directa a la habitación. Allí tengo puestas siempre dos fotografías: una de mis padres con mis hermanos y yo y otra de mi abuelo. Cogí el marco donde le tenía y me lo puse en el lado izquierdo del pecho. Era un mar de lágrimas desorientadas, gritando a los cuatro vientos que quería estar allí con mi madre. En la vida necesité tanto un abrazo de ella. Sólo pensaba en querer cuidarla.
- José, necesito ir. Quiero estar allí.
- Tranquila, Vero, que vas a estar. - me dijo secándome las gotitas de mi cara.
- ¿Y cómo lo hacemos?
- No te preocupes, cogemos el primer bus que haya y tiramos para tu pueblo.
Y eso fue lo que hicimos sin antes ver que ni aviones, ni trenes y ni buses hubo esa tarde para ir directamente hacia Málaga. Lo único que pudimos hacer fue esperar al día siguiente para coger el autobús de las nueve de la mañana que a las siete y media de la tarde nos dejaba allí. Mientras las horas no pasaban, llamaba cada dos por tres a mi familia que sólo supe decir llorando: "que voy para allá, mamá. Por favor, esperadme que voy". Hasta mi padre soltó que si no podía ir que no pasaba nada, pero yo no me quedaría tranquila si eso hubiera hecho. Mi corazón, mi alma... estaban allí. 
Al final no llegué a la misa ni al entierro de mi abuelo. Mis padre hicieron todo lo posible para alargar las horas pero el tiempo no me permitió darle ese último adiós a una de las personas que más quiero en este mundo. El coraje y la impotencia que llevé durante el viaje por eso mismo eran incuestionable. Aún así, a la mañana siguiente fui al cementerio. Mis padres, José y yo. Desde lejos pude ver las coronas puestas con esas típicas frases tan arrolladoras que me partieron más, si aún se podía, el alma. Y grité. Grité mil veces la palabra, abuelo. Quería que me escuchara para pedirle perdón por no llegar a tiempo. Le dije un millón de veces que le quería, mi padre contestó que él lo sabe. Cuando me tranquilicé, cogí unas escaleras grandes para subir donde se encontraba las demás flores y le puse el ramo que llevaba en mis manos.
- Abuelo, te juro que siempre que viaje al Arroyo vendré aquí. - Le dije al frente de su nicho y le mandé un beso.
Así fue cómo pasé los dos fatídicos días que, por desgracia, ya jamás se borrarán del calendario. Hoy, 22/01/2016, hace justo un año que tu debilitado cuerpo se marchitó dejando un vacío enorme a todos los que te queremos. Pero sabemos que tu alma sigue viva.

Siempre contigo, abuelo. 

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Por ti

No hay día ni noche que deje de pensar y me vuelvo loca. No puedo evitarlo. Te prometo que siento a esas mariposas de las que todos hablan y que tampoco me dejan dormir. Es escuchar tu nombre incluso tu apellido y mi alma se enciende como quien le da a un interruptor para que la luz predomine sobre la oscuridad. Algo muy fuerte que de mi corazón sale sin que pueda hacer nada por esquivarlo.Y tú tienes la culpa. Siento todo por ti.



domingo, 10 de mayo de 2015

Lacrimosa (Requiem) - Amadeus Mozart

Es inconfundible. Suenan las dos primeras notas y la reconozco al momento, no por escucharla a diario, si no porque los pelos de todo mi cuerpo se ponen de punta instantáneamente. Creo que mi alma se siente identificada con ella y es por eso, que siempre que suena, me transporta a otra dimensión en la cual los sentimientos de Amadeus Mozart y los míos se encuentran y no están solos. 
Una obra de arte donde el dolor y la tristeza van de la mano junto con la muerte, eternamente inseparables. Su melodía me acuna suavemente intentando dar consuelo y esas voces de ángeles pretenden facilitarme tranquilidad pero no la hay. Porque todo es oscuro cuando sabes que, tarde o temprano, la vida te cerrará los ojos perpetuamente.  



miércoles, 3 de octubre de 2012

No me dejes sola aquí

Lágrimas que pasean a lo largo de mis mejillas desembocando en un pañuelo que acerco a mis ojos, antes que se derramen en tu pecho. Siendo cada una de ellas quienes empapa de dolor el dichoso trapo blanco, e intentan que este río improvisado arrastre todo el daño que desborda mi corazón. Grito, grito desesperada, desgarrándome las entrañas... sintiendo tu cuerpo frío entre mis brazos y las olas del mar jugueteando con nuestros pies en la orilla. Miro hacía un horizonte cubriéndose de negro, mientras maldigo a la luna que aparece entre mis pupilas desbordadas por el sufrimiento. Sabía que llegarías para arrebatármelo, maldita, pero nunca imaginé que fuera tan pronto. 

miércoles, 30 de mayo de 2012

A la deriva

Amada mía, si esas olas del mar me llevan a la deriva no me perdonaría nunca el dejarte sola en esta vida. Por eso mismo, contraté a mi alma para siempre vivir al lado tuya. Protegiéndote de todo mal que se asoma. De la soledad más absoluta. 


sábado, 19 de mayo de 2012

Puedo escribir...

Hoy, después de tanto tiempo sin poder escribiros, es este gran poema de Pablo Neruda que quisiera compartir con todos ustedes. Hay una espina clava en mi alma y poco a poco me la voy arrancando así que por favor, entenderme si no actualizo mi blog. Perdonadme, tengo que marcharme demasiado pronto.


Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 


Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada, 
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.» 

El viento de la noche gira en el cielo y canta. 

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
Yo la quise, y a veces ella también me quiso. 

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. 
La besé tantas veces bajo el cielo infinito. 

Ella me quiso, a veces yo también la quería. 
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. 

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. 

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. 
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. 

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. 
La noche está estrellada y ella no está conmigo. 

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. 
Mi alma no se contenta con haberla perdido. 

Como para acercarla mi mirada la busca. 
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. 

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. 
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. 

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. 
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. 

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. 
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. 

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. 
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. 

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, 
Mi alma no se contenta con haberla perdido. 

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, 
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

viernes, 30 de marzo de 2012

Vida

Si alguna vez me dieran a elegir, si pudiera decir con facilidad lo que mi alma verdaderamente esconde. Pero algo demasiado fuerte me lo impide y hace que mi vida se desmorone.
No quiero preocuparos. Ni si quiera que penséis por un solo instante de que me pasa algo, por eso río cuando es un llanto, canto cuando es un grito de dolor... escondo mis sentimientos por miedo.
Hoy reflejo un poquito de mi en estas palabras y es porque me agoto. Veo cada día la gente pasar por mi camino; algunos que se quedan y otros que se van, pero al final solo soy yo la que escribe mi propia historia, mi vida...

miércoles, 28 de marzo de 2012

Pienso bailar...

Pienso bailar sobre tus cenizas, arrebatarte tu alma para que nada de ti exista. Y que la oscuridad sea lo único que haya en tu puta vida.