Lágrimas que pasean a lo largo de mis mejillas desembocando en un pañuelo que acerco a mis ojos, antes que se derramen en tu pecho. Siendo cada una de ellas quienes empapa de dolor el dichoso trapo blanco, e intentan que este río improvisado arrastre todo el daño que desborda mi corazón. Grito, grito desesperada, desgarrándome las entrañas... sintiendo tu cuerpo frío entre mis brazos y las olas del mar jugueteando con nuestros pies en la orilla. Miro hacía un horizonte cubriéndose de negro, mientras maldigo a la luna que aparece entre mis pupilas desbordadas por el sufrimiento. Sabía que llegarías para arrebatármelo, maldita, pero nunca imaginé que fuera tan pronto.
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