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viernes, 8 de febrero de 2019

Ya eran mías

Sentí el desgarro. Dolió.
Mi piel, como papel de fumar, se rompió dejando paso a hilos de sangre que por la espalda fluyeron calientes. Llovió millones de pelusas blancas. 
Lo sentí crecer. Lo sufrí. Aquellos gritos desgarradores no fueron por otro motivo. Brotaron enormes. Tanto, que al extenderse eclipsaron la poca luz que hubo. De rodillas en el suelo, ya sin la angustia, el instinto hizo que abriese los ojos y vi lo que tanto deseé en años. Lo que tanto ansié formó parte de mí. Ya eran mías. 

Mis alas.
Mis amadas y hermosas alas. 

Con fuerza alcé el vuelo; valiente, decidida. Lo único que me golpeó fue el viento, y supe qué es surcar un cielo lleno de estrellas. Atravesé nubes sin que nada me hiciese daño. Por fin, salí de esa maldita galera. Por fin, dejé todo atrás. 

Resucité.





miércoles, 6 de junio de 2018

Dicen

Dicen que es época de buen tiempo, pero aún sigo oliendo a las tormentas. Sigo sintiendo nubarrones oscuros apunto de estallar. Ríos desbordados demasiados cerca de mí. Incontrolados. Descargas estruendosas e infinitas, dolorosas, golpeándome el pecho.

Dicen que es primavera. Eso dicen. 
Pero yo pertenezco perenne al invierno.
  

jueves, 10 de noviembre de 2016

Es como si...

Es como si estuvieras aquí, observándome. Clavando en mí esa mirada en forma de perdón aún sabiendo que jamás lo haré. Hizo daño, mucho daño y entiendes que esté enfadada con el mundo. Esa promesa se rompió como reventada has dejado mi alma. Ya nada dolerá tanto. Sé que es sentir dolor. Por eso no dudé en arrancarme el corazón, imagino porque quería dejar de sufrir. Así sigo mi camino. Sola. Me has dejado sola, amor. No hay día que el viento me traiga tu perfume, ni anochecer que me recuerde al color de tu pelo, ni sueños donde escuche tu voz llamándome. Y así estoy, desorientada, sin saber cómo vivir faltándome tus besos, tus caricias, tus te quiero... tú. Sin saber por qué Dios te ha llamado tan pronto.


miércoles, 29 de junio de 2016

Ya no llegará

Te difuminas como el denso humo de los últimos cigarros que nos fumamos juntos, mezclado de las miles de risas y los ratos de complicidad que se hacían nuestras miradas. Yo, ahora, sólo puedo sentir que las comisuras de mis labios tiran hacia abajo. Y lo que recorre por mis mejillas ya no es ese sudor del que tantas veces me has provocado. Ya no. Son gotas que saben a tristeza, soledad, dolor... Es mi alma, que tanto decías que amabas, rota. 
Sigo con el nudo en la garganta, sabes que desde que te vi nunca se fue, pero éste es diferente y aprieta más. Tenía tanta confianza en ti que me dejé atar creyendo que nunca me harías daño. No fue así. Y aquí estoy de rodillas en la cama mirando al techo, a la nada. Esperando ese abrazo por la espalda, esa caricia en mi pelo, esa mano cogiendo mi mentón para luego girarme y fundirnos en ese beso, eso que ya no llegará. 

Porque de otros 'te quiero' has preferido endulzarte.




viernes, 22 de enero de 2016

Fechas que nunca se olvidan, por desgracia.

Ese día me dirigí al banco por temas de papeleos con Hacienda o algo así. No cogí el camino de siempre, tiré por otras calles para llegar a la sucursal. En una de esas calles me topé con un Renault Megane Classic de color gris igualito al que tuvo mi abuelo. Fue evidente que me vino a la cabeza recuerdos de mi infancia, de cuando él nos recogía del colegio con ese coche o cuando llevábamos a mi madre al trabajo. Hizo casi un mes que no le veía en persona, desde navidades, y ya estaba el pobre muy desmejorado. Era lo lógico. Llevaba unos diez años con Párkinson y la enfermedad, en ese último año, le estaba pasando factura demasiado rápido. Se me ocurrió echarle una foto a ese vehículo para enviársela a mis hermanos por WhatssApp, pero no sé por qué al final no me decidí. No la hice. Y seguí la ruta hacía lo que en ese instante era importante hacer. 
Con mis cascos voy siempre a todos lados y claro, el móvil se me quedó sin batería en mitad del camino de vuelta a casa. Eran la una del medio día cuando llegué. Solté todos los papeles encima de la mesa del salón y hablé con José de lo que pasó en el banco. A parte le conté la anécdota del coche que parece algo insignificante pero, después de casi dos años viviendo en Badajoz, fue la primera vez que vi uno igual que el de mi abuelo. 
Entonces me senté por fin en el sofá, miré un poco el ordenador las cosas del trabajo y de repente sonó el teléfono de casa. 
- Extremedia, dígame.
- Vero... ¡que el abuelo se ha muerto! - Soltó mi hermano David en sollozos.
- ¿Qué? ¿Nooo? ¡No puede ser! ¡No me lo creo! ¡NOOO! ¿Quién eres, David? ¿Quién ereees? ¡No me lo creo! 
No podéis imaginar el dolor, la rabia, la confusión... que pude sentir en cuanto mi hermano dijo esas malditas palabras. Un cacao mental imposible de controlar. No recuerdo muy bien qué más hablamos, sólo que empecé a llorar con él por el teléfono mientras José me cogía de la cintura al ver cómo me puse en ese momento. Cuando colgué el fijo, me dirigí directa a la habitación. Allí tengo puestas siempre dos fotografías: una de mis padres con mis hermanos y yo y otra de mi abuelo. Cogí el marco donde le tenía y me lo puse en el lado izquierdo del pecho. Era un mar de lágrimas desorientadas, gritando a los cuatro vientos que quería estar allí con mi madre. En la vida necesité tanto un abrazo de ella. Sólo pensaba en querer cuidarla.
- José, necesito ir. Quiero estar allí.
- Tranquila, Vero, que vas a estar. - me dijo secándome las gotitas de mi cara.
- ¿Y cómo lo hacemos?
- No te preocupes, cogemos el primer bus que haya y tiramos para tu pueblo.
Y eso fue lo que hicimos sin antes ver que ni aviones, ni trenes y ni buses hubo esa tarde para ir directamente hacia Málaga. Lo único que pudimos hacer fue esperar al día siguiente para coger el autobús de las nueve de la mañana que a las siete y media de la tarde nos dejaba allí. Mientras las horas no pasaban, llamaba cada dos por tres a mi familia que sólo supe decir llorando: "que voy para allá, mamá. Por favor, esperadme que voy". Hasta mi padre soltó que si no podía ir que no pasaba nada, pero yo no me quedaría tranquila si eso hubiera hecho. Mi corazón, mi alma... estaban allí. 
Al final no llegué a la misa ni al entierro de mi abuelo. Mis padre hicieron todo lo posible para alargar las horas pero el tiempo no me permitió darle ese último adiós a una de las personas que más quiero en este mundo. El coraje y la impotencia que llevé durante el viaje por eso mismo eran incuestionable. Aún así, a la mañana siguiente fui al cementerio. Mis padres, José y yo. Desde lejos pude ver las coronas puestas con esas típicas frases tan arrolladoras que me partieron más, si aún se podía, el alma. Y grité. Grité mil veces la palabra, abuelo. Quería que me escuchara para pedirle perdón por no llegar a tiempo. Le dije un millón de veces que le quería, mi padre contestó que él lo sabe. Cuando me tranquilicé, cogí unas escaleras grandes para subir donde se encontraba las demás flores y le puse el ramo que llevaba en mis manos.
- Abuelo, te juro que siempre que viaje al Arroyo vendré aquí. - Le dije al frente de su nicho y le mandé un beso.
Así fue cómo pasé los dos fatídicos días que, por desgracia, ya jamás se borrarán del calendario. Hoy, 22/01/2016, hace justo un año que tu debilitado cuerpo se marchitó dejando un vacío enorme a todos los que te queremos. Pero sabemos que tu alma sigue viva.

Siempre contigo, abuelo. 

miércoles, 30 de abril de 2014

El Show de Juana

Por fin se bajó el telón delante de sus ojos entusiasmados, mientras, el público continuaba con los aplausos después del show de Juana. Las compañeras fueron primeras en felicitarla por el maravilloso trabajo, pero su inquieta mente solo quería saber si la persona que le dio la vida sigue estando orgullosa de ella.
No fue fácil convencerla para que esa misma noche fuera a verla. Por eso antes del comienzo de la función, se asomó por el ligero telón entreabierto y justo enfrente, espió por unos segundos a su madre. Estuvo sentada en el centro del salón en aquel bar. 
La ovación siguió sin acabar. El dueño y jefe de Juana, se acercó al escenario para apartar a las jóvenes que atosigaban sin cesar a la estrella de la noche. 

- ¡Arreando! Salid que voy a subir de nuevo el telón. Tu, quédate aquí y da las gracias al público. 

No dijo palabra ninguna. Como estatua mirando al frente, mientras alzó otra vez la tela roja el dueño, localizó la figura de su mayor tesoro, su madre. El zumbido de elogios se fue haciendo mayor por momentos, y en la cabeza de Juana, iba desapareciendo esos agradecimientos en forma de aplausos mientras vio que la única persona importante en su vida, no aplaudía. 
En ese instante se levantó de la mesa vacía, no consumió nada durante todo el acto. Se produjo un encuentro de miradas que dolían. Y un movimiento de cabeza de su madre transformado en navajas atravesándole justamente el corazón, entre el clamor del público apasionado.
Unas ligeras gotas de lágrimas fueron surcando las mejillas maquilladas de Juana, acabando algunas en el suelo de madera, en sus tacones de quince centímetros negro charol o en sus pechos de mentira. 
El telón volvió a bajar. Esta vez Juana se fue al camerino siendo la persona que realmente es, como ella quería. Aunque la realidad, es otra. 




miércoles, 3 de octubre de 2012

No me dejes sola aquí

Lágrimas que pasean a lo largo de mis mejillas desembocando en un pañuelo que acerco a mis ojos, antes que se derramen en tu pecho. Siendo cada una de ellas quienes empapa de dolor el dichoso trapo blanco, e intentan que este río improvisado arrastre todo el daño que desborda mi corazón. Grito, grito desesperada, desgarrándome las entrañas... sintiendo tu cuerpo frío entre mis brazos y las olas del mar jugueteando con nuestros pies en la orilla. Miro hacía un horizonte cubriéndose de negro, mientras maldigo a la luna que aparece entre mis pupilas desbordadas por el sufrimiento. Sabía que llegarías para arrebatármelo, maldita, pero nunca imaginé que fuera tan pronto. 

lunes, 27 de agosto de 2012

Colocándose la sal en su cuello...

Colocándose la sal en su cuello, tan apetitoso manjar, me dijo en voz alta "¡Toma, bebe un trago!" ofreciéndome en un vaso de cristal un líquido transparente en su interior. 
Aparté su mano de golpe arrojando el recipiente al suelo rompiéndose en pedazos. "¡Ay! ¡me cortado!".- Contestó. 
Por mi cuerpo, el maldito escalofrío al ver esa gota de sangre paseando por su pierna. 
Sin pensarlo, me agaché hacía ella. El olor y la excitación son más intensos. Mi lengua acaricia el camino que dejó esa gota por su infinita pierna, siento ansias de morderla pero antes quiero llegar al origen de la herida. 
Me agarró la chica del brazo levantándome, hasta que nuestras miradas se encontraron.
"Eeh, veo que quieres jugar".- Guiñándome un ojo
Mientras acercaba sus labios, me acordé que en su cuello sigue esa sal. Ahora son los míos quien besa su cuello jugueteando con ella, hasta que mis colmillos desgarra la piel de esta joven entre gritos de dolor y sufrimiento. 


Dedicado a @mik34sena

miércoles, 13 de junio de 2012

No puedo corazón

Abrazo desesperada en busca de algo que no tengo y siento vacío. Se escapó por esas grietas del muro roto que me costó tanto esfuerzo levantar para encerrar todos esos sentimientos, y ahora invaden un baúl que no tiene dueño.
Hasta donde me atraviesa, ¡deja ya de causarme tanto dolor! se que lo necesitas y no me niego a dártelo pero entiéndeme, corazón, no puedo suplicar lo que me estas exigiendo. 



lunes, 11 de junio de 2012

Ya duerme tranquila

Esa luz que brilla dentro de la inmensa oscuridad, figura blanca, resplandece con esa belleza que le caracteriza. Quedó solo de ella su llanto agonizando de dolor. 
Mendiga por esas calles tan estrechas. Subasta su pureza al mejor postor, y días tras días se oyen esos gritos de angustia disfrazados en orgasmos. 
La vi sentada en el suelo. Su pelo oscuro es quien esconde esa mirada tan inofensiva. Mis manos apartó su melena sin nada que decir, pues del primer momento embrujó mi corazón. Temblorosa por el miedo, muchos años de castigos cobrados y yo con un solo propósito. 
Agarré sus manos con todas mis fuerzas, le abracé como nunca hice y cerró los ojos; ya duerme tranquila.


viernes, 6 de abril de 2012

Nostalgia

Nada más verla, me inunda su mirada transparente y llena de sentimientos. Le acaricio, suave terciopelo, sus manos tan hermosas también rozan mi cuerpo. Su pelo dorado largo, me da calor al igual que los más radiantes rayos del sol. Le rodeo su cintura, haciéndola presa en mis garras. Dejando claro que no quiero que se marche de mi lado. Percibo su aroma clavada en mí, la esencia del azahar, su huella se apodera de toda mi alcoba. Solo sintiéndola a ella. Sus labios, ¡qué puedo decir!, tiernos y carnosos que desde ese primer beso vivo prendido de ellos.
Y tú, Lucifer, te apoderaste de todo eso.

domingo, 1 de abril de 2012

Vacío


Solo siento frío que alivia mi dolor,
nada me queda para seguir por este camino.
Lo que hubo alrededor, se ha desvanecido.
Pájaros mudos, el árbol que tubo resplandor...
donde antes había vida ahora solo queda destrucción.
El rey absoluto dejo de lucir sus hábitos
ahora, reina oscuridad, dueña y señora de todo este tranquilo lugar.

viernes, 30 de marzo de 2012

Vida

Si alguna vez me dieran a elegir, si pudiera decir con facilidad lo que mi alma verdaderamente esconde. Pero algo demasiado fuerte me lo impide y hace que mi vida se desmorone.
No quiero preocuparos. Ni si quiera que penséis por un solo instante de que me pasa algo, por eso río cuando es un llanto, canto cuando es un grito de dolor... escondo mis sentimientos por miedo.
Hoy reflejo un poquito de mi en estas palabras y es porque me agoto. Veo cada día la gente pasar por mi camino; algunos que se quedan y otros que se van, pero al final solo soy yo la que escribe mi propia historia, mi vida...