Por fin se bajó el telón delante de sus ojos entusiasmados, mientras, el público continuaba con los aplausos después del show de Juana. Las compañeras fueron primeras en felicitarla por el maravilloso trabajo, pero su inquieta mente solo quería saber si la persona que le dio la vida sigue estando orgullosa de ella.
No fue fácil convencerla para que esa misma noche fuera a verla. Por eso antes del comienzo de la función, se asomó por el ligero telón entreabierto y justo enfrente, espió por unos segundos a su madre. Estuvo sentada en el centro del salón en aquel bar.
La ovación siguió sin acabar. El dueño y jefe de Juana, se acercó al escenario para apartar a las jóvenes que atosigaban sin cesar a la estrella de la noche.
- ¡Arreando! Salid que voy a subir de nuevo el telón. Tu, quédate aquí y da las gracias al público.
No dijo palabra ninguna. Como estatua mirando al frente, mientras alzó otra vez la tela roja el dueño, localizó la figura de su mayor tesoro, su madre. El zumbido de elogios se fue haciendo mayor por momentos, y en la cabeza de Juana, iba desapareciendo esos agradecimientos en forma de aplausos mientras vio que la única persona importante en su vida, no aplaudía.
En ese instante se levantó de la mesa vacía, no consumió nada durante todo el acto. Se produjo un encuentro de miradas que dolían. Y un movimiento de cabeza de su madre transformado en navajas atravesándole justamente el corazón, entre el clamor del público apasionado.
Unas ligeras gotas de lágrimas fueron surcando las mejillas maquilladas de Juana, acabando algunas en el suelo de madera, en sus tacones de quince centímetros negro charol o en sus pechos de mentira.
El telón volvió a bajar. Esta vez Juana se fue al camerino siendo la persona que realmente es, como ella quería. Aunque la realidad, es otra.
El telón volvió a bajar. Esta vez Juana se fue al camerino siendo la persona que realmente es, como ella quería. Aunque la realidad, es otra.
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