jueves, 17 de abril de 2014

¡Alto ahí!

"Buenos días. Documentación por favor…" Escuché esa frase de tono serio a lo lejos y mis testículos se pusieron de corbata. Lo primero que pensé fue en salir corriendo. Pero giré y me quedé fijamente mirando a los agentes que se dirigían con paso firme hacia donde se encontraba mi cuerpo en forma de estatua. En mitad de la calle, solo oí mi conciencia gritándome: "Pero… ¿Qué hiciste ya?"
Y mientras tanto, mi mano temblorosa sacó la cartera que tenía en el bolsillo con la documentación. Los nervios no me dejaron encontrar el DNI para enseñárselo al agente que me lo pidió tan “amablemente”, hasta que al final se cayó todo al suelo mugriento de la ciudad. El dinero, las tarjetas… Me agaché para recoger aquello cuando uno de ellos gritó a pleno pulmón: "¡Eh! ¡Alto ahí! ¡¡No se mueva!!" 
Hinqué las rodillas en el asfalto, la cabeza agachada y puse las manos sobre la nuca. Llorando por la situación grité: - ¡Soy inocente!
Cuando, de repente, sentí una gran brisa pasar por mis costados. Levanté la mirada y solo observé el final de la calle. Respiré aliviado sí. Pero cuando miré alrededor, vi a los viandantes sorprendidos por la escena, sobre todo, cuando me di cuenta que no era a mí a quien buscaban… ¿O sí?



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