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martes, 12 de marzo de 2019

No y mil veces no

No, no fui fuerte. 
Ni valiente. 
Ni apretaba los dientes siempre que algo me superaba, ni tampoco gritaba con rabia cada vez que quise soltar algún sentimiento de adentro. 
No. 
No y mil veces no a todo lo que mostraba al mundo. 
Débil, vulnerable, frágil, cobarde... y seguiría escribiendo sinónimos para definir que sólo existió pena en mí, esa sonrisa tan enorme fue de pega; fachada. 
Por eso decidí apagar al corazón. 
Al alma la dejé volar muy alto; libre. 
Y a los que no lo entenderían, a ustedes, les pedí perdón.


miércoles, 5 de julio de 2017

Inspiración callejera

Es lo que tiene hacerte esperar el autobús, que miras ese escaparate de la librería que tienes detrás y observas montones de títulos de libros. Autores conocidos, otros menos... pero pongo la mano en el fuego que todos sintieron, parieron con la misma ilusión; esa de haber creado algo tan maravilloso. Criaturas llenas de vida. 



" Mi chica revolucionaria:
ahora que la vida, 
en esta noche, en este mundo... 
mi silencio habla de ti. 

Amor, ese viejo neón, 
fe ciega, 
el poder del desorden...
La arquitectura de la felicidad.

Sin querer,
todo lo que fuimos ahora es polvo.

La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida,
con tal de verte volar.

Terminamos, y otros poemas sin terminar". 





domingo, 7 de mayo de 2017

Pero ya no

Es cerrar los ojos y sin preguntar construyó para mí árboles infinitos, noté que en mis pies descalzos brotaba la hierba fresca, a lo lejos comenzaban el cantar de los pájaros junto con el caudal del río; una bella sinfonía que también me regaló. Sólo los rayos del sol fueron capaces de atravesar el frío y solitario bosque, donde yo me encontré en medio de su absoluta inmensidad. 

Aunque siguió haciéndome algunas jugadas, sabe perfectamente a dónde quiero que me lleve. Por eso obró este impresionante laberinto.

Me conoce. Es consciente de mis emociones, percibe cómo me siento. Sabe que necesité estar aquí y ahora. En un pasado hubiera viajado al peor sitio del mundo para evadirme de él, ya que nunca supe enfrentarme y si lo hacía siempre caía en la cruzada. Pero ya no. Ya no dejo que mi mente manipule mis sueños. 


jueves, 9 de marzo de 2017

Hoy necesito decirte cosas al oído.

Hoy necesito decirte cosas al oído, reírnos de nuestras tonterías mientras los demás hablan de sus cosas. De que nadie se percate de nuestras miradas furtivas, ni del motivo verdadero de mis mejillas sonrojadas. Hoy necesito de ti. De tus juegos inocentes que me llenan el alma sin que tú te des cuenta, de tu suave voz que siempre me apacigua. Y es que no sé cómo decirte, amigo, que dentro de mí has creado un mundo maravilloso de emociones que jamás sentí. Sí, has sido tú. Tú tienes la culpa a que vuelva a sonreír, a que vuelva a ver la vida de otra manera y que no solo sean días de tormentas y lluvias, existiendo la primavera. Hoy necesito decirte cosas al oído, cómo por ejemplo que me duermo pensando en cómo contarte esta historia, lo que me pasa contigo, que tienes algo importante de mí que no sabes y ojalá me atreva a decírtelo. 


jueves, 10 de noviembre de 2016

Es como si...

Es como si estuvieras aquí, observándome. Clavando en mí esa mirada en forma de perdón aún sabiendo que jamás lo haré. Hizo daño, mucho daño y entiendes que esté enfadada con el mundo. Esa promesa se rompió como reventada has dejado mi alma. Ya nada dolerá tanto. Sé que es sentir dolor. Por eso no dudé en arrancarme el corazón, imagino porque quería dejar de sufrir. Así sigo mi camino. Sola. Me has dejado sola, amor. No hay día que el viento me traiga tu perfume, ni anochecer que me recuerde al color de tu pelo, ni sueños donde escuche tu voz llamándome. Y así estoy, desorientada, sin saber cómo vivir faltándome tus besos, tus caricias, tus te quiero... tú. Sin saber por qué Dios te ha llamado tan pronto.


lunes, 11 de julio de 2016

De ésta manera hasta el final.

Tú, que miras por la ventana pasar el paisaje mientras cae un par de gotas por tu mejilla como quien ve su vida pasar, no temas. Aquí estaré para protegerte de todos aquellos que intentan hundirte en lo más profundo. Te lo juro. No será fácil ya que nada lo es en este mundo, pero tú me importas demasiado y odio verte triste por esos motivos que rondan por tu mente. De sobra sabes que eres fuerte, sólo tienes que creer en ti. Abandonaremos juntos todo lo malo, pegaremos una patada bien fuerte a esas cosas que intentan dañarte y si lo hacen coseré tus heridas al instante para que cicatricen rápidamente, así volveremos a levantarnos para seguir el camino que siempre deseaste andar. De ésta manera hasta el final. Hasta que cierres los ojos eternamente y pueda decir yo, tu alma, que has vivido plenamente. Consiguiendo ser feliz contigo misma.



viernes, 22 de enero de 2016

Fechas que nunca se olvidan, por desgracia.

Ese día me dirigí al banco por temas de papeleos con Hacienda o algo así. No cogí el camino de siempre, tiré por otras calles para llegar a la sucursal. En una de esas calles me topé con un Renault Megane Classic de color gris igualito al que tuvo mi abuelo. Fue evidente que me vino a la cabeza recuerdos de mi infancia, de cuando él nos recogía del colegio con ese coche o cuando llevábamos a mi madre al trabajo. Hizo casi un mes que no le veía en persona, desde navidades, y ya estaba el pobre muy desmejorado. Era lo lógico. Llevaba unos diez años con Párkinson y la enfermedad, en ese último año, le estaba pasando factura demasiado rápido. Se me ocurrió echarle una foto a ese vehículo para enviársela a mis hermanos por WhatssApp, pero no sé por qué al final no me decidí. No la hice. Y seguí la ruta hacía lo que en ese instante era importante hacer. 
Con mis cascos voy siempre a todos lados y claro, el móvil se me quedó sin batería en mitad del camino de vuelta a casa. Eran la una del medio día cuando llegué. Solté todos los papeles encima de la mesa del salón y hablé con José de lo que pasó en el banco. A parte le conté la anécdota del coche que parece algo insignificante pero, después de casi dos años viviendo en Badajoz, fue la primera vez que vi uno igual que el de mi abuelo. 
Entonces me senté por fin en el sofá, miré un poco el ordenador las cosas del trabajo y de repente sonó el teléfono de casa. 
- Extremedia, dígame.
- Vero... ¡que el abuelo se ha muerto! - Soltó mi hermano David en sollozos.
- ¿Qué? ¿Nooo? ¡No puede ser! ¡No me lo creo! ¡NOOO! ¿Quién eres, David? ¿Quién ereees? ¡No me lo creo! 
No podéis imaginar el dolor, la rabia, la confusión... que pude sentir en cuanto mi hermano dijo esas malditas palabras. Un cacao mental imposible de controlar. No recuerdo muy bien qué más hablamos, sólo que empecé a llorar con él por el teléfono mientras José me cogía de la cintura al ver cómo me puse en ese momento. Cuando colgué el fijo, me dirigí directa a la habitación. Allí tengo puestas siempre dos fotografías: una de mis padres con mis hermanos y yo y otra de mi abuelo. Cogí el marco donde le tenía y me lo puse en el lado izquierdo del pecho. Era un mar de lágrimas desorientadas, gritando a los cuatro vientos que quería estar allí con mi madre. En la vida necesité tanto un abrazo de ella. Sólo pensaba en querer cuidarla.
- José, necesito ir. Quiero estar allí.
- Tranquila, Vero, que vas a estar. - me dijo secándome las gotitas de mi cara.
- ¿Y cómo lo hacemos?
- No te preocupes, cogemos el primer bus que haya y tiramos para tu pueblo.
Y eso fue lo que hicimos sin antes ver que ni aviones, ni trenes y ni buses hubo esa tarde para ir directamente hacia Málaga. Lo único que pudimos hacer fue esperar al día siguiente para coger el autobús de las nueve de la mañana que a las siete y media de la tarde nos dejaba allí. Mientras las horas no pasaban, llamaba cada dos por tres a mi familia que sólo supe decir llorando: "que voy para allá, mamá. Por favor, esperadme que voy". Hasta mi padre soltó que si no podía ir que no pasaba nada, pero yo no me quedaría tranquila si eso hubiera hecho. Mi corazón, mi alma... estaban allí. 
Al final no llegué a la misa ni al entierro de mi abuelo. Mis padre hicieron todo lo posible para alargar las horas pero el tiempo no me permitió darle ese último adiós a una de las personas que más quiero en este mundo. El coraje y la impotencia que llevé durante el viaje por eso mismo eran incuestionable. Aún así, a la mañana siguiente fui al cementerio. Mis padres, José y yo. Desde lejos pude ver las coronas puestas con esas típicas frases tan arrolladoras que me partieron más, si aún se podía, el alma. Y grité. Grité mil veces la palabra, abuelo. Quería que me escuchara para pedirle perdón por no llegar a tiempo. Le dije un millón de veces que le quería, mi padre contestó que él lo sabe. Cuando me tranquilicé, cogí unas escaleras grandes para subir donde se encontraba las demás flores y le puse el ramo que llevaba en mis manos.
- Abuelo, te juro que siempre que viaje al Arroyo vendré aquí. - Le dije al frente de su nicho y le mandé un beso.
Así fue cómo pasé los dos fatídicos días que, por desgracia, ya jamás se borrarán del calendario. Hoy, 22/01/2016, hace justo un año que tu debilitado cuerpo se marchitó dejando un vacío enorme a todos los que te queremos. Pero sabemos que tu alma sigue viva.

Siempre contigo, abuelo. 

domingo, 25 de octubre de 2015

Grietas

Hemos tenido varias conversaciones en la que me di cuenta que nuestros caminos son muy diferentes aunque estemos juntos en el mismo. Me refiero exactamente cuando tú quieres o tienes unos sueños, metas, ilusiones... y la otra persona, la que está en tu vida porque la quieres, piensa hacer todo lo contrario a ti mientras camináis, supuestamente, en la misma dirección. Con esto no me refiero a que sea tan egoísta como para que haga lo que yo quiera. No, porque tiene que vivir su vida y no la mía. Pero tampoco puedo evitar comerme la cabeza con esta pregunta: ¿por qué tengo que dejar de un lado esas cosas que tanto deseo hacer antes de irme de este mundo? Me lo pregunto porque lo tiene muy claro: Yo no quiero esto, tampoco aquello y de lo otro ni hablemos... mientras callo, por dentro muero por decir que lo dejé todo por estar juntos (parece que se le ha olvidado y tampoco lo suelto porque pensaría que se lo echo en cara). Cuando hablamos, esas contestaciones suyas duelen quiera o no y me derrumbo cayendo al suelo desplomada. Aún así al rato siempre me levanto como si no hubiera pasado nada, el amor es lo que tiene. ¿Pero sabéis qué? de todas las veces que me he caído durante este tiempo siento como la tierra se está agrietando cada vez más bajo mis pies. Noto que al final, aunque duela, se creará otro camino nuevo ante nosotros. 


miércoles, 7 de mayo de 2014

¿Sabes una cosa?

¿Sabes una cosa? Si agachas la mirada mientras estás ahí sentado en el suelo, no puedo observar la belleza de tus ojos castaños. ¿De verdad quieres prohibir que el mundo se pierda esa maravilla?... Si en algún momento quieres levantarte, tienes mi mano. Y no temas por si las fuerzas fallan. Yo nunca volveré a dejarte caer al mugriento asfalto. 



viernes, 4 de mayo de 2012

Añoranza

Sigue sentada en ese mismo banco donde un día la vio por primera vez. Su mirada perdida en la añoranza y un reloj que ya no marca las horas. Un ir y venir de gente por su vera, una brisa ligera le regala el aroma de su amada. 

El paso de los años hacen que los tiempos cambien. Donde antes ni podían pasear junto al mar, solo siendo cómplice de su idilio la luna, ahora presentes al mundo se besaban con tanta pasión   que ni la mayor historia de amor podrían envidiarlas.

Una leve lágrima que lleva su tristeza, la deja caer por sus mejillas. Antes era un beso tan puro el que dejaba que rozara su rostro y marcara para siempre su piel. Aún siente como le agarra de la mano tan fuerte y esa mirada que le decía "aquí estoy yo, contigo" envolviéndola de tanta felicidad sin ni siquiera tener que decirle te quiero. 

Levanta la mirada al cielo, dejándose llevar por el viento que acaricia su pálido pelo, gritó con toda sus fuerzas: "Espérame amor mio que ya queda poco tiempo para vivir eternamente en nuestro pequeño paraíso". 


jueves, 22 de marzo de 2012

Fin


Solo me queda morir, todo ya está acabado.
Mi alma es la que quiere salir, yo me he abandonado...
Cualquier cosa es más importante que lo que pueda sentir. Ojalá el mundo no existiera y así nunca te hubiera conocido.
Sería lo mejor, porque cada vez esta cruz se hace más pesada y por mucho que mi corazón luche contra mi razón, cada puñalada duele aún más. Heridas profundas que tampoco cicatrizan del todo, y es entonces cuando ya me desangro.
Dejo que la muerte me lleve hasta su abismo que desde allí sé que nunca volveré a verte y volveré a ser feliz.