Aquí estoy.
Sentada en este frío banco, mirando al infinito.
En mi mente muchas preguntas sin respuestas.
Alguna que otra lágrima que se resbala, se revela.
No quiero que salga.
Pero ahí va.
Cae por mi mejilla muy despacio cómo para advertirme de que ha podido conmigo, igual que has podido tú.
No dejo de pensar.
No dejo de sentir.
Y sí, quiero evitarlo.
Quiero evitar hacernos daño.
Siento el haberme equivocado, pero quien bombea la sangre no opina igual.
Te quiere.
Le dije siempre que es imposible, que no puede ser.
Y no me ha hecho caso por lo que se ve.
Por eso estoy aquí, sola, con el viento dándome caricias.
Llegando las lágrimas a romper en el suelo.
Llegando a oír cómo chirría mi corazón al ser verdaderamente consciente de la realidad.
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