Hay días donde mi alma y mi corazón necesitan explotar. Necesitan grita, bullir. Erupcionar con todo lo que llevan dentro, echar toda esa mierda fuera. E incluso expulsar sentimientos que jamás dirían que están.
Joder. No quiero.
No quiero que se salgan con la suya. Imaginar esa vulnerabilidad me mata. Si ocurre, el muro se destrozaría. Se desquebrajaría. Entonces es cuando serían capaces de entrar a reinar en mi fortaleza. Sí, esas personas que me rodean verían idóneo conocer qué hay dentro, y luego jugarían con ello hasta derribarla. ¡No quiero!
Aguanto, siempre aguanto. Pero dentro, alma y corazón crean una sensación tan nefasta que es imposible vivir. Ansiedad. Pura ansiedad transitando cada parte de mí. No la puedo controlar. Ahí es cuando nacen caudalosos ríos, arrastrando aquello que no soy capaz de soltar por la boca.
No quiero, joder.
Pero hoy será uno de esos días donde nunca parará de llover.