¿Sabes una cosa? Si agachas la mirada mientras estás ahí sentado en el suelo, no puedo observar la belleza de tus ojos castaños. ¿De verdad quieres prohibir que el mundo se pierda esa maravilla?... Si en algún momento quieres levantarte, tienes mi mano. Y no temas por si las fuerzas fallan. Yo nunca volveré a dejarte caer al mugriento asfalto.