viernes, 17 de octubre de 2025

Luz

Luz fue directa a por el taburete de la cocina. Sin pensárselo. Sabía perfectamente que si se le pasaba por su cabecita llena de miedos la más mínima duda, volvería a caérsele las lágrimas y pospondría de nuevo lo inevitable. Así que decidida llegó al baño. Isabel, que la esperó sentada en la tapa del váter, se puso de pie delante de su hija.

Con la mayor de las ternuras que da una madre, Isabel alzó la mano derecha y acarició la mejilla fría de su pequeña. Con los sentimientos tan al borde causados por esa enfermedad, a cada una se le escapó sus retenidas lágrimas.

Pero al instante, Luz inspiró valiente para luego soltar con mucha fuerza toda la inseguridad que le atrapaba y se sentó en el taburete. Cogió firme de la repisa pequeña que tiene debajo el espejo una maquinilla de afeitar. Se lo ofreció a su madre. 

Al mirarse las dos por el espejo, Luz afirmó. Ella comenzó cortándole la coleta.


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