jueves, 22 de marzo de 2012

Un día como otro cualquiera

Este relato, ganó 1º premio en el XIII Certamen literario igualdad de género en Benalmádena.

1º Premio Relato de Igualdad de género
Una mañana más suena el despertador, se levanta y se dirige al baño. Levanta la mirada al espejo y se refleja su rostro cansado con ojeras pero con su mayor sonrisa.
Se prepara para ir a trabajar, antes prepara a sus hijos para que vayan al instituto. Los mira cómo van vistiéndose y con añoranza, se va inundando sus recuerdos de cuando eran más pequeñines. Se entristece al darse cuenta que van creciendo; sabiendo que ya no son sus pequeños pero aun así siente con orgullo el tener estos dos hijos tan maravillosos.

Va a la cocina y prepara el desayuno para la familia. Sentados en la mesa en armonía, se cuentan que van hacer durante todo el día. Sigue en su cara, esa gran sonrisa que le caracteriza. Espera a que se vayan, recoge la mesa y se prepara para salir a la calle a trabajar. Cierra la puerta con llave, levanta su cabeza bien alta y con tanto orgullo, anda por las calles de esta gran ciudad.

 Con ganas de ver a sus compañeros y contarles la última trastada de su niño el pequeño, que tiene ganas de marcha… pero tiene mucho trabajo todavía. Los vecinos saludan y sienten cómo se trasmite esa felicidad que les encantaría
tener, envidian ese amor que le dan por ser como es, aún así, saluda y les regala su sonrisa; su mejor arma para esas envidias.

 Llega a la oficina y se dirige a su mesa donde lo único que puedes ver son archivos y montañas de papeles, pero da igual. Se sienta en su silla y trabaja como nunca, dándolo todo y demostrando que puede hacerlo. Sus compañeros se fijan y murmuran a sus espaldas que lo hace por interés, para que le ascienda de puesto pero lo que no sabe, es que lo hace para demostrarse que puede llevarlo a cabo. Seguro que lo consigue porque es fuerte y tiene demasiada capacidad para realizar este trabajo como ningún otro compañero.
Su jefe también mira todo lo que hace y no piensa como los demás. Él ve más allá, ve que está realizando un trabajo extraordinario y que se orgullece de su persona porque hay pocas quiénes hagan ni el más mínimo esfuerzo de  lo que se trabaja. Si le comenta algo negativo de su trabajo, se lo toma bien porque es una manera de mejorar y de hacer un trabajo exitoso; por eso, está muy contento el jefe.

 Es lo único que le importa puesto que algunos de sus compañeros no soportan ese trato especial, pero se lo merece por su esfuerzo, su capacidad de lucha y su constancia.

 Llega la hora de la comida y se acerca al bar para ir a comer. Le rodea tanta gente que mira a su alrededor en busca de su mejor amiga. Ahí está, se acerca a ella le planta dos besos en sus mejillas rojizas y la abraza muy fuerte. Se sientan en la  mesa y su amiga le pregunta:  ̶ ¿Qué tal el día? ̶ le contestó,  ̶ Tú ya sabes, siempre la misma historia, mucho trabajo y poco dinero. Necesito unas vacaciones o algo porque no puedo seguir este ritmo.

La amiga se empezó a reír y le comentó que no se quejara tanto, y que se alegrase por el trabajo que tiene ya que hay mucha gente en paro. El camarero le da una carta con el menú del día. Hoy solo le apetece una ensalada, tiene que volver al trabajo en menos de media hora. Paga la comida y se despide de su amiga.

 Rápidamente volvió a su despacho, suspiró con alivio porque le faltaba el aire. Esta vez la mesa estaba más despejada que esta mañana y cada vez, le queda menos trabajo aun así, sigue con esa constancia y su esfuerzo. Miraba cada dos por tres ese reloj de la pared, eran las 17.55 p.m. y esos cinco minutos que le quedan para salir del trabajo, se le hacían eternos ya que desea encontrarse con los suyos.

Se acerca un compañero y le comunica que puede marcharse y continuar mañana con el trabajo puesto que necesita un descanso. Recogió los papeles de la mesa colocándolos en su maletín para luego seguir con el resto en casa. Guardó todos los documentos en sus archivos, los ordenó para que supiese donde están cada uno y no tener todo revuelto como esta mañana. Al instante, apaga el ordenador y besa con fuerza una fotografía.

 Algunos se van para sus casas, otros seguirán en las oficinas mientras la mayoría se irán de fiesta. Se dirige a casa para coger el coche e ir a recoger a sus dos criaturas.
Va directo a recoger a su mayor, está en baloncesto y hoy tenía clases. Llega al instituto y su niño al verle se siente feliz. Se sentaron en los asiento delantero, se miraron y sonrieron mutuamente.
  ̶  ¿Qué has hecho hoy cariño? ¿Qué tal las clases?  ̶ Le preguntó.
̶  Pues me lo he pasado genial. Me han enseñado a manejar las páginas web y en baloncesto he entrenado mucho y estoy cansado, pero no te preocupes, estoy muy bien.

Ahora van a recoger al pequeño que se encuentra en clases de kárate. Está sentado en uno de los escalones con la cabeza cabizbaja, se acerca a él y le pregunta;   ̶  Nene, ¿Qué te ha pasado? y él le contestó:  ̶  nada, solo estaba esperando.
 Alza la mirada, se levanta y se funden en un gran abrazo tan fuerte que… ¡casi le rompe algo! Se coloca en el asiento trasero, su hermano mayor le saluda y se van para la casa.

En el coche, antes de llegar a su dulce hogar se oyen conversaciones cómplices. Cada uno con sus tema, sus secretos… y para que nadie se entere, se los guarda como el mayor de los tesoros de cualquier pirata. Risas, cachondeo y sobre todo muchísima felicidad se respiraba en el ambiente porque sabe que los tiene ahí; lo más grande que ha podido tener, sus hijos.

 Llegan a casa y los chicos se dirigen a sus cuartos para terminar las tareas. Mientras, deja el maletín encima de la mesa del comedor y va a la cocina a por algo de merienda. Les prepara unos bocadillos y se lo sube a sus habitaciones, entra en la del chico para darle su bocata.
 ̶  ¿Necesita ayuda?  ̶ le preguntó.
 ̶  No hace falta, estos ejercicios son muy fáciles.
 Le da una palmadita en la espalda y le deja que siga con sus tareas y se dirige al mayor:
 ̶  ¿Sigues sin entender ese problema?
 ̶   No, ya sé cómo es. Me lo explicó hoy la maestra.  ̶ le contesto el mayor.

 Bajó al salón, cogió el maletín y sacó lo poco que le quedaba para terminar su trabajo mientras se tomaba su taza de café bien cargado. Se le notaba el cansancio, bostezó de vez en cuando, pero nunca deja de lado sus obligaciones. Sique al pié del cañón.

 Alzó la mirada a su ventana y vio cómo iba anocheciendo, vio cómo oscurece a lo lejos esos rascacielos y cómo el cielo azul poco a poco se vistió de negro…
Es hora de preparar la cena, le preguntó a los niños si tienen ganas de cenar pero… se lo piensa mejor y le prepara una pequeña sorpresa.
 Les encantan las pizzas y ni se imaginaron que les preparó pizzas artesanas ¡Y le salen de muerte!
 Preparó la masa, puso el horno a calentar y su música en la radio que no le falte nunca  para poder cocinar muchísimo mejor. Al rato, metió la primera pizza para que se fuera haciendo. Un olor tan rico se expandió por toda la cocina hasta llegar a las habitaciones. Un estruendo grande se escuchó. Eran los chavales bajando las escaleras como locos para saber lo que le estaban preparando.
  ̶ ¡Pizzas! ̶  gritaron los dos a la vez.
 No paró de sonreír y de sentirse tan bien, tan feliz que ni se acordaba que hace un rato bostezó de cansancio.

 Sentados en la mesa, comiendo esas pizzas tan buenas, hablaban de sus cosas como cualquier familia unida. Batallitas que se contaban y alguna que otra mentirijilla que se descubrió…  Pero no discutieron, hablaron de algunas cosas que pasaron y todos esos problemas se arreglaron.

 Terminó la cena y le tocó al mayor fregar los cacharros, por las noches se turnaban el trabajo ya que todos tenían que colaborar en casa. Al terminar se dirigieron a sus habitaciones, le dieron un beso en las mejillas tan fuerte que a veces que le hicieron daño pero eso no le importó.

Más tarde es cuando se sentó en el sofá, se relajó y se tomó su tiempo. Leyó ese libro que tanto le gustaba antes de acostarse intentando despejar la mente para que mañana fuese otro día mejor. Cerró las páginas del libro como se cierran todas las noches y los días que pasan; haciendo de nuestros días un gran capítulo de nuestro mayor libro que es la vida.
 Descansó en su cama cerró sus ojos cansados y… durmió.

Es una historia como otra cualquiera, pero…  ¿si os digo que el protagonista es un hombre? Ahora, ¿qué pensáis?
Hay miles de mujeres en esta situación, tantas que cuando hablan de estas tareas ponemos en situación a una mujer puesto que el hombre supuestamente nunca se encarga del hogar.
 Desgraciadamente, todavía se dan casos pero cada vez menos. Lo que pretendo transmitir con esta historia es que da igual el contexto que tenga, sino, más bien la poca importancia del que el protagonista sea hombre o mujer.
 Todos somos iguales, tenemos los mismos derechos y con el apoyo de todos podemos conseguirlo. Igualdad de género.

4 comentarios:

  1. David Gálvez Lorente24 de marzo de 2012, 15:47

    Será de los pocos relatos que hablan de la igualdad de género haciendo referencia al hombre. Por eso ganaste. Normalmente, la sociedad occidental considera la igual de género como una corriente feminista en contra del hombre, mientras que la palabra igualdad abarca ambos géneros.

    Pienso que es normal la mala interpretación que puede hacer nuestra sociedad respecto a este tema, puesto que al ser una sociedad proveniente de una dictadura en que la mujer para tan sólo sacar dinero del banco necesitaba la firma de su padre, marido o hermano; es muy complicado que no haya dejado ningún rastro de aquel inepto pasado.

    Pero afortunadamente la sociedad avanza y reconoce sus errores. La palabra igualdad implica a los dos géneros. El relato representa una situación actual. Me encantó.

    David Gálvez Lorente

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    1. Veo que nada más leistes lo que escribí(fuiste uno de los primeros) que captaste la idea al instante. Eso quiere decir que lo que que quería transmitir se cumple y con eso mi misión por el tema de igualdad se ha completado, de momento. Es un granito de arena, pero, si todos pusiéramos un granito más seguramente que otro gallo cantaría.

      Muchas gracias hermano y tu sabes también por que te las doy.

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  2. holaaa!!!!!!seguramente no sabras quien soy, bueno, por supuesto que no sabras quien soy. ¿te acuerdas de la chica que te pidió el nombre de tu blog en el acto del otro dia? bueno, pues soy yo.
    Te tengo que decir algo que seguramente muuchas personas ya te habran dicho, me encanta como escribes, y en cierto modo me siento un poquito identificada contigo por eso de la edad y todo. Yo tambien escribo, no oficialmente pero es algo que tambien me gusta hacer.. asi que lo unico que te puedo decir de escritora (o al menos aspirante a ello) a escritora es que de verdad lo vales!!!!! bechitoooss!!!!

    por cierto... si te interesa.... libros-benalmadena.blogspot.com...

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    1. ¡Claro que me acuerdo de ti, Celia! Me fascina de que hayas leído algunos de mis relatos y sobre todo que te haya gustado.
      Voy a ser sincera contigo; la verdad que yo pienso como tú, simplemente soy una aspirante a escritora por que todavía me queda muchísimo camino por recorrer.
      Pero gracias a todos ustedes, a los que leéis mis cositas que expongo aquí, hacéis que ese camino sea menos costoso y lo más importante, animándome a seguir plasmando mis sentimientos a través de unas simples palabras que cuando las lees te lleva a donde ni si quieras imaginarias que podrías ir.
      Una última cosa que te digo Celia, ten por seguro que si seguimos por este camino algún día en vez de llamarnos "supuestas" seremos escritoras y con todas sus letras. =)

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