Y me desperté, tan cansada. Me siento en la cama pero antes fijándome que pie pongo el primero, tiene que ser el derecho para que todo salga bien.
¡Mmmm... cómo huele a café! pero... ¿Qué? ¡si en mi casa no hay nadie!
Levantándome ya de golpe, despacito, me dirijo hacia la cocina. Asomada a la puerta, no hay nadie.
- ¡Buuuh!
-¡Aaah! - me giro y con el corazón a mil por hora del susto, mi subconsciente solo sabe decirme ¿y este quien es?.
- Jajajaja ¿Te has asustado pequeña? - dijo con tono chulesco.
- ¡Pero de que vas niñato! ¿Cómo has entrado en mi casa? ¡¿Quien eres y que haces aquí?!
Esa mirada, ojos verdes esmeralda, se me clavó en los míos y sin decir media palabra noté sus brazos rodeando mi cintura, con fuerza me llevó hacia sus labios.
Intentaba quitármelo de encima, pero entre tu y yo, nunca jamás probé tal caramelo. Me dejé llevar.
A 15 de Diciembre ¡y yo con esta calor!. Tomé el poder absoluto sobre su cuerpo y con mis manos iba peregrinando e investigando todo lo que podía agarrar. Y por su parte, demasiada delicadeza. Esas braguitas tan monas que me compré hace tiempo en el rastro, me las quitó poco a poco y yo, desesperada por verlas tirada en el suelo.
¡Huy, la mesa! estábamos apoyados en ella y por culpa de las ganas casi se rompe el cristal. Así que le acorralo entre mis piernas mientras, mi Hércules, va cargándome hacia la encimera. Ahí, agarré su melena morena, le volví a mirar, dirigiéndome hacia a su oído:
- Mejor, te lo demuestro.
¡Uf! no hay más palabras, solo el sonido de la respiración por hacer tanto ejercicio juntos. Nunca, en lo que llevo practicando sexo, me concedieron tal honor de sentir todo el placer que el me daba. Parecía que me conociera de toda la vida por que, ¡madre mía! el poderío que tenia ahí metido.
Si antes estaba despeinada y medio vestida, ahora nuestros cuerpos desnudos frente a frente entreteniéndonos tan ricamente. Mientras el manoseaba lo que son mis tetas, yo me abandonaba voluntariamente para que me aprisionara con todo su órgano viril y claro, sintiendo aquello dentro de mi ¡quien no se dejaría!
Orgasmo, solo se oía orgasmos... casi, ya casi... y...
- ¡Niña, despiértate ya joder! que son casi las tres de la tarde!
Sobresaltada con los ojos como platos, me siento en la cama sudando. ¡Mierda! tuvo que ser un sueño. Pero una cosa que se me viene a la cabeza, ese muchacho... me suena mucho su cara...
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