Me dijeron una vez...
"Hablarás de esa persona y tu mirada se iluminará al igual que los primeros rayos del sol cuando comienza un nuevo día.
Sentirás, que tu corazón bombeará tan fuerte con solo pronunciar su nombre o sencillamente, sin planearlo, lo escucharás en la calle y una gran sonrisa se tatuará en tu cara. En ese mismo instante te preguntarás ¿Por qué?
Abrazarás a la almohada de tu cama, creerás que está ahí, al lado tuya, permanecerá el gesto de felicidad mientras te duermes pensando en ese primer beso.
Después de todo estos momentos, incluso de muchos más que pasarán, una mañana abrirás los ojos y te dirás que estás enamorada".
Sentada al filo de la cama sin moverme, con la mirada fija en la puerta del armario, los ojos fuera de su órbita y sobre todo, dormida... solo pude decir:
- ¡Maldita bruja!
jueves, 25 de octubre de 2012
viernes, 5 de octubre de 2012
Día 31 de octubre
Día 31 de octubre, 12:00 de la noche. La luna observa desde
lo alto del cielo, vestido de riguroso luto, como voy avanzando en este oscuro
lugar lleno de cipreses.
Siento frío, o eso mismo creo yo. Mi linterna se va apagando
cada vez más, le queda muy pocas pilas. Aumenta mi agonía por salir de aquí
pero, no encuentro la salida. Alumbro como puedo los pasillos de nichos con sus
respectivos nombres, se clarea algunas fotografías de sus dueños y siento las
miradas de cada uno de ellos acusándome de no dejarles descansar.
Todo mi cuerpo tiembla, se nota por la luz de la linterna
que se mueve demasiado por mi culpa. Intento dar pasos firmes por este camino
de piedras, no quiero que piensen que tengo miedo, pero es imposible.
Oigo con el viento sus risas, una leve vocecilla de
ultratumba pero, quiero pensar que es mi subconsciente quien me juega esta mala
pasada.
A lo lejos del pasaje puedo distinguir, con la poquita luz
de la dichosa linterna, el portón de hierro que separa la muerte con la vida.
¡Por fin la salida!
No salí corriendo, pensé que sería una estupidez. Entre que
la pila se agota y la senda llena de piedras... podría caerme, no quiero sufrir un
pequeño traspiés. Me encuentro solo entre tantos seres inertes. Seguro que no
me ayudarían a levantarme.
Una pequeña sonrisa se perfila en mi rostro mientras me
aproximo a la puerta pero, no me duró mucho esa “felicidad”. De golpe un escalofrío
entró por mi cuerpo al ver la sorpresa que me tenían preparada los habitantes
del camposanto. La dichosa linterna se apagó. El portón, estaba cerrado.
miércoles, 3 de octubre de 2012
No me dejes sola aquí
Lágrimas que pasean a lo largo de mis mejillas desembocando en un pañuelo que acerco a mis ojos, antes que se derramen en tu pecho. Siendo cada una de ellas quienes empapa de dolor el dichoso trapo blanco, e intentan que este río improvisado arrastre todo el daño que desborda mi corazón. Grito, grito desesperada, desgarrándome las entrañas... sintiendo tu cuerpo frío entre mis brazos y las olas del mar jugueteando con nuestros pies en la orilla. Miro hacía un horizonte cubriéndose de negro, mientras maldigo a la luna que aparece entre mis pupilas desbordadas por el sufrimiento. Sabía que llegarías para arrebatármelo, maldita, pero nunca imaginé que fuera tan pronto.
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